Heredera de una forma de concebir el cine comercial, a partir del éxito taquillero de ¡Asu Mare! (2013), la cinta de Aldo Miyashiro apuesta por la misma fórmula efectista para sobrevivir a las carencias de la Ley de Cine. Al margen de replicar el sistema de negocio de Tondero Films y de apelar a la
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